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Porque Del baúl Sabio..

Este
sitio es un compilado de notas, apuntes, blocks, cuadernos y libros que he
guardado en un baúl, lugar donde se encuentra concentrada toda mi formación
terapéutica en cuestiones de terapias
complementarias.

Mi intención, no es
realizar escritos con orientación pedagógica, sino despertar incógnitas y
realizar conclusiones de todas las experiencias vividas junto a aquellos que han
compartido un encuentro terapéutico.


Si alguien lo lee, se siente identificado, le genera
preguntas, curiosidad, inquietud y busca respuestas...



Misión cumplida...

sábado, 27 de octubre de 2012

Volver a la familia


Pablo es un preadolescente inquieto, charlatán, que le cuesta vincularse con sus amigos. Siempre les lleva la contra, aunque sabe que en ocasiones no tiene razón. Esta conducta lo llevó a varias peleas de manos en los recreos. Suelen llamarle la atención en clase porque no para de charlar. Sus notas son aceptables que logra con gran esfuerzo.

Pablo constantemente guiña un ojo. Este tics lo tiene hace aproximadamente un año y se le acentúa en momentos de mayor estrés.

Le cuesta concentrarse, es ansioso y tiene dificultad para retener lo que estudia. Se enoja mucho cuando tiene que estudiar o preparar algún trabajo para la escuela. Además del colegio, tiene profesores particulares como apoyo escolar, clases extra de inglés e italiano.

Comenta que muy pocas veces tiene tiempo para hacer lo que le gusta como ir a jugar fútbol, escuchar música, dibujar, pintar y ver películas de ciencia ficción.

Sus padres se separaron hace un poco más de un año y vive junto a su mamá y hermana mayor.

Su mamá es una mujer segura de sí misma, su mayor orgullo es ser autosuficiente porque no necesita a nadie para concretar sus metas. No le gusta pasar el ridículo. Es muy exigente con ella misma y con sus hijos. Quiere enseñarles que sean productivos y que no pierdan el tiempo en tonterías. Incluso un día me comentó que aunque pudiera, no dormiría la siesta porque es una pérdida de tiempo.

Se reconoce poco demostrativa porque hay que ser “muy fuerte” y le gustan sus espacios de soledad.

Cuando se encuentra en grupos de amigos o en un evento le gusta “discernir de asuntos importantes” y no de temas triviales.

A lo largo de la terapia con Pablo pudimos hablar  de su papá que formó una nueva familia y pocas veces lo iba a buscar para compartir un fin de semana. Trabajamos sobre el miedo a perder, ahora a su mamá porque ya había “perdido” a su papá. También dedicamos tiempo a que encuentre espacios en que pueda desplegar su creatividad con el dibujo y la pintura. A que descubra un nuevo grupo de pertenecía jugando con sus amigos a la pelota y varios temas más.

Sin hacer un análisis de la historia de cada uno de ellos, quise con este relato destacar la necesidad de Pablo de encontrar más espacio para compartir con su familia, en vez de ocuparlo tanto en preparaciones académicas que si bien son muy importantes, lo que alimenta el desarrollo de la personalidad, su autoestima, confianza y su corazón son los encuentros con su familia.

Le brillaban los ojitos cuando contaba que por fin había ido al cine con la mamá y a esos lugares de comida que los chicos aman.

Trabajar con ambos, Pablo y su mamá de forma independiente, hicieron que juntos descubrieran momentos para el placer, para el encuentro, para la diversión sin el peso de cumplir mandatos sociales del deber ser.

Para cerrar esta historia quiero dejarles un relato que vales más que mil conclusiones…

Boletín de calificaciones.

Era miércoles 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo. –“No olviden venir a la reunión mañana, es obligatoria” – fue lo que la maestra me había dicho un día antes.- ¡Qué piensa esta maestra!”. ¿Cree que podemos disponer fácilmente el tiempo a la hora que ella diga?. Si supiera lo importante que era la reunión que tenía a las 8.30hs. De ella dependía un buen negocio y …¡tuve que cancelarla!

Allí estábamos todos, papás y mamás. La maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar. No recuerdo qué dijo, mi mente divagaba pensando cómo resolver ese negocio tan importante, ya me imaginaba comprando esa televisión con el dinero que recibiría.

“Juan Rodriguez!” – escuché a lo lejos- “¿No está el papá de Juan Rodriguez?”- Dijo la maestra. – “Sí, aquí estoy” – contesté  pasando al frente a recibir el boletín de mi hijo. Regresé a mi lugar y me dispuse a verla. –“¿Para qué vine? ¿Qué es esto?”. La boleta está lleno de 6 y 7. Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones que había obtenido mi hijo.

De regreso a casa aumentó mi coraje a la vez que pensaba: “¡Pero, si lo tiene todo! ¡Nada le falta! ¡Ahora sí le va a ir muy mal!

Llegué, entré a casa, abrí la puerta y grité: - “¡Ven acá Juan! Juan estaba en el patio y corrió a abrazarme. –“¡Papá!” – “¡Qué papá ni que nada!” Lo retiré de mí y no sé cuantos golpes le di al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él… ”¡Y te vas a tu cuarto!”- Terminé.

Juan se fue llorando, su cara roja y su boca temblaba. Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente y se metió en la cocina. Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa se acercó y entregándome el boletín de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco, me dijo:

-“Léele despacio y después toma una decisión”. Al leerla, vi que decía: Boletín de calificaciones. Calificando a papá.

- Por el tiempo que tu papá te dedica a conversar contigo antes de dormir: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica a jugar contigo: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para ayudarte en las tareas: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica saliendo de paseo con la familia: 7

-Por el tiempo que tu papá te dedica en contarte un cuento antes de dormir: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica en abrazarte y besarte: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para ver la televisión contigo: 7

-Por el tiempo que tu papá te dedica para escuchar tus dudas y problemas: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para enseñarte cosas: 7

Calificación promedio: 6.22

Los hijos habían calificados a los papás. El mío me había puesto 6 y 7 (sinceramente creo que merecía 5 o menos).

Me levanté y corrí al cuarto de mi hijo, lo abracé y lloré. Me hubiera gustado poder regresar el tiempo… pero eso era imposible. Juanito abrió los ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: -“¡Te quiero papito!”. Cerró los ojos y se durmió.

¡Despertemos papás! Aprendamos a darle valor adecuado aquello que es importante en la relación con nuestros hijos, ya que gran parte, de ella depende el triunfo o fracaso en sus vidas. ¿Te has puesto a pensar que calificaciones te darían hoy tus hijos?. Esmérate por sacarte buenas calificaciones…

El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.




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