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Porque Del baúl Sabio..

Este
sitio es un compilado de notas, apuntes, blocks, cuadernos y libros que he
guardado en un baúl, lugar donde se encuentra concentrada toda mi formación
terapéutica en cuestiones de terapias
complementarias.

Mi intención, no es
realizar escritos con orientación pedagógica, sino despertar incógnitas y
realizar conclusiones de todas las experiencias vividas junto a aquellos que han
compartido un encuentro terapéutico.


Si alguien lo lee, se siente identificado, le genera
preguntas, curiosidad, inquietud y busca respuestas...



Misión cumplida...

jueves, 13 de diciembre de 2012

En el portal de Fin de Año



Llega Diciembre y parece que desde algún lugar recóndito del Universo algún duende hace acelerar la máquina del tiempo, pasan los días vertiginosamente y ni que hablar de que vivimos mucho mas acelerados, abrumados, preocupados que en el resto del año.
Cada día es una aventura para realizar cierres de ciclos escolares, laborales, cenas y encuentros de fin de año, encuentro con amigos y reuniones familiares.

Las emociones, las vivencias de año, las ausencias, las pérdidas, los escollos se hacen presentes a flor de piel. Intentamos hacer un balance si fue un buen o mal año de acuerdo a si tuvimos muchas o pocas piedras en el camino.  No cabe la menor duda que el estrés se hace aún más presente.

Llega Diciembre y veo a diario que aumenta la concurrencia de pacientes en la guardia por disturbios y desórdenes emocionales, angustias, depresión, se acentúan las enfermedades cardíacas, los abuelos suelen deshidratarse fácilmente y esperan largos días en busca de un abrazo o un gesto de cariño de sus seres queridos que están distraídos  en ocupaciones y otras urgencias.

 Vivimos en tiempos revueltos, donde hay mucha gente yendo a ninguna parte a una velocidad descomunal.

Sin darnos cuenta nos distrajimos en el afuera, en ver vidrieras de colores y en buscar la felicidad en cosas que tienen “precio” olvidando aquellas de verdadero “valor”.

Pareciera que por lo antes dicho estamos en el portal de abismo. Sin embargo..

Creo firmemente que este caos nos invita a reflexionar, a ver nuestros errores y tomar la decisión de corregirlos.


Es tiempo de parar, de revisar nuestra lista de prioridades, en ver dónde ponemos énfasis en el manejo de nuestros asuntos, qué lugar ocupan nuestros afectos, cuánto tiempo le dedicamos a nuestros seres queridos, cuánto tiempo hemos dedicado a charlas con nuestros hijos, padres y personas que enriquecen y nos llenan el alma.

Personalmente creo, que el mejor balance que puedo hacer para evaluar si fue un año bueno, es mirar mi interior, revisar si traté de ser mejor persona, si pude manejar mis impulsos, mis enojos, mi paciencia, si fui tolerante frente a las necesidades de mi familia, si perdoné, si abrí más mi corazón, si pude expresar mi amor hacia ellos, si dije mas “te quiero” y di más “abrazos de oso”.


Pido al Universo y todos los seres angelados que protegen este mundo que el próximo año nos regalen las herramientas para poder tener la mente más aquietada y el corazón más abierto para poder ver lo que debemos cambiar y tener la fuerza y la voluntad para cambiarlo..


Que nuestro arbolito de Navidad esté lleno de corazones con amor...
                                                                         Porque nuestra misión en la vida es ser felices…

viernes, 23 de noviembre de 2012

Supermama..


Marina es una mujer casada que vive con su marido y sus tres hijos. Dos son mujeres adolescentes y el más chiquitín es un bebé que hace poco camina.  

El esposo de Marina trabaja todo el día en una empresa. Y ella tiene un negocio ubicado al lado de su casa que atiende todos los días, de domingo a domingo todo el día.

Cuando nos encontramos la primera vez, Marina vino con su hijo más pequeño, motivo por el cuál fue muy difícil encontrar el espacio para relajarse y charlar un poco. Durante la hora que duró la consulta, Marina se levantó varias veces para acudir a las necesidades del niño, tener breves palabras con él y  atender un par de veces el celular.

No es difícil imaginar qué era lo que buscaba Marina y en las condiciones en que se encontraba.

Su cansancio era extremo. Era la primera que se levantaba en el día y la última en acostarse. Nunca dormía la noche en forma seguida porque el bebé se despertaba en varias ocasiones.

Antes de ir al negocio que abría temprano a la mañana, Marina hacía los quehaceres de su casa, preparaba el desayuno de toda la familia, hasta incluso, dejaba la mesa puesta para que sus hijas almorzaran al mediodía y su comida lista para ser calentada en el microondas.

Durante el mediodía cerraba su negocio una hora para darle de comer a su bebé y  tomar su auto para realizar las compras del día o la semana. Demás está decir que Marina corría todo el día. Sufría de dolores de espalda, jaquecas, dolor de piernas, agotamiento extremo y angustia por llevar una vida tan agitada.

Amaba a su familia, pero el límite de su agotamiento había empezado a quebrar su relación  con su esposo. Nunca encontraba el tiempo ni las ganas para compartir un momento a solas, mirar una película, tomar café juntos. Era obvio.

Esta es la historia de muchas mujeres. Y parece mentira que nos cueste tanto aprender a delegar trabajo que otros pueden con poco esfuerzo realizar. Las hijas de Marina son adolescentes, podían colaborar con tareas sencillas como el cuidado de su cuarto, preparar  las cosas para el almuerzo o la cena en la mesa,  realizar compras rápidas, etc.

Las frases de Marina eran: -“Si yo no lo hago, nadie lo hace “. - “Cuando me voy y vuelvo todo es un hecatombe”. – “Necesito más tiempo para mí”. –“Hago las cosas más ligero que los demás, no puedo estar esperando”.

Aprender a “dejar de hacer” es muy difícil sobre todo en una familia numerosa y con tantas obligaciones. Pero de alguna manera es necesario, porque hay que dejar de lado lo que nos hace daño y que termina destruyendo a la familia. Por el afán de ser una “Supermamá”, que todo lo puede, que todo lo hace, sin querer se olvida de ser mujer con necesidades básicas que meritan ser cumplidas. Tan sencillo como ponernos lindas, ir a la peluquería, mirar vidrieras con alguna amiga, tomar un té con ellas, leer un libro y pasar más tiempo de esparcimiento con nuestros hijos y pareja y toda la gente que amamos.

Es necesario, entonces, reunir a todo el grupo familiar, convocar una charla amena,  para que cada integrante de la familia cumpla un rol, colabore con las necesidades de la familia en conjunto, así podremos encontrar espacios libres para compartir todos juntos.

Esta tarea, reúne, fortalece los valores de familia, de unidad, de amor, de responsabilidad, de crecimiento y colaboración.

Todas las “Marinas” que existen y que habitan en nosotros optimizarán sus tiempos, serán más felices sin rastros de sentimiento culposo por “abandonar” labores, se disolverán las quejas, todo funcionará. Ellos, nuestros amores lo agradecerán y nosotras estaremos completas…

sábado, 10 de noviembre de 2012

Dios mio..

Ayúdame a decir la verdad en la cara de los más fuertes
y a no mentir para congraciarme el aplauso de los más débiles.
Si me das dinero, no tomes mi felicidad
y si me das fuerza, no quietes mi raciocinio.
Si me das éxito no me quites la humildad.
Si me das humildad no me quites la dignidad
Ayúdame a conocer la otra cara de la imagen
y no me dejes acusar a mis adversarios, tachándolos de traidores
 porque no comparten mi criterio.
Enséñame a amar a los demás como me amo a mi mismo
 y a juzgarme como lo hago con los demás.
No me dejes embrigar con el éxito cuando lo logre
ni desesperarme por el fracaso.
Más bien, hazme siempre recordar que el fracaso
es la prueba que antecede al éxito.
Ensénañe que la tolerancia es el más alto grado de la fuerza
y que el deseo de venganza es la primera manifestación de la debilidad.
Si me despojas de dinero, déjame la esperanza
y si me despojas del éxito, déjame la fuerza de voluntad para poder vencer al fracaso.
Si me despojas del don de la salud déjame la gracia de la fe.
Si hago daño a la gente, dame la fuerza de la disculpa.
Y si la gente me hace daño, dame la fuerza del perdón y la clemencia.
Dios mio...si yo me olvido de Tí!
Tú no te olvides de mi!
                                                        Mahatma Ghandi

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Ser uno mismo

Me pregunto muchas veces cómo sin querer influimos en la vida del otro dándole sermones de cómo debe hacer tal o cual cosa. Cómo debe contestar a determinadas demandas o cómo debe comportarse. Lo mismo sucede cuando los otros hacen lo mismo con nosotros, nos dicen lo que tendríamos que haber hecho, contestado o callado.

Los verdaderos consejeros de nuestra vida, se sientan junto a nosotros cuando se lo pedimos y nos ofrecen una oreja. Nos ayudan a encontrar las herramientas para encontrar la solución a nuestro problema. Opinan cuando se lo pedimos y callan cuando es necesario. Ellos sabrán oportunamente darnos una mano para levantarnos, sonreir, abrazarnos cuando nuestro corazón siente que pierde el control. Ellos son los que permiten que seamos nosotros mismos sin ofensas ni condicionamientos...
Casas. Cuadro de Kitty Ahrendt. Pintora.



Les dejo una reflexión extraída del libro "Libérese usted mismo" del Dr. E. Bach.

"Nada tan simple como esto: La Historia de la Vida.
            Una niñita había decidido pintar un cuadro para el cumpleaños de su madre. En su mente, la niñita había pintado el cuadro en su mente: conocía los más mínimos detalles de la casa, sólo tenía que ponerlos sobre el papel.
Saca su caja de pinturas, el pincel y un trapo y, llena de entusiasmo y felicidad, se pone a trabajar. Toda su atención e interés están concentradas en lo que hace, nada puede distraerla de su labor.
El cuadro se termina a tiempo para el cumpleaños. La niña ha plasmado su idea de la casa tan bien como pudo. Es una obra de arte, ya que la ha pintado ella sola, cada pincelada es un canto de amor a su madre, cada ventana, cada una de las puertas han sido pintadas con la convicción de que así eran éstas. Aunque parece un almiar, es la casa más perfecta que jamás haya sido pintada: es un éxito porque la pequeña artista ha puesto en la obra todo su corazón y su alma, todo su ser.
Eso es la salud, es el éxito y la felicidad y el auténtico servicio al prójimo. Servir con amor a nuestra manera y perfecta libertad.
Así venimos a este mundo: conociendo el cuadro que tenemos que pintar, habiendo ya trazado el camino a través de nuestra vida, y todo lo que queda por hacer es darle forma material. Pasamos a través de las alegrías e intereses, concentrando toda nuestra atención en el perfeccionamiento de ese cuadro, y en nuestra propia capacidad para poner en nuestro pensamiento y objetivos en la vida física de cualquier medio que hemos escogido.
Luego, si desde el principio ponemos en práctica nuestros ideales, nuestros propios deseos con toda la fuerza que poseemos, no existirá el fracaso, nuestra vida será un enorme éxito, sana y afortunada.
La historia misma de la niña pintora ilustra cómo, si se lo permitimos, las dificultades de la vida interfieren con este éxito, felicidad y salud, y deterioran nuestro propósito.
La niña pinta febril y felizmente cuando de repente pasa alguien y le dice:
-¿Por qué no pintás una ventana aquí, y una puerta allá?; y, por supuesto el sendero del jardín debe ir para este lado.
El resultado es que la niña perderá por completo el interés de su trabajo; quizá siga pintando, pero ahora está plasmado sobre el papel la idea de otra persona: esto la enfadará, irritará, la hará infeliz, pero no se atreverá a rechazar las indicaciones; quizá comience a odiar el cuadro y es probable que lo haga añicos. En realidad, su reacción dependerá del tipo de personalidad que posea.
Cuando el cuadro esté listo es posible que se reconozca la casa, pero será un cuadro imperfecto y un fracaso, porque es la interpretación de los pensamientos de otro, no de la niña. Ya no sirve como regalo de cumpleaños, pues no será terminado a tiempo y la madre tendrá que esperar otro año año para recibir el regalo.
Así es la enfermedad: la reacción a la injerencia. Un fracaso e infelicidad transitorias se establecen en nuestras vidas cuando permitimos que otros se inmiscuyan en el sentido de nuestra vida, sembrando la duda, el miedo o la indiferencia."

viernes, 2 de noviembre de 2012

Me olvide de mi


Cuando conocí a León, acababa de separarse. Tenía la mirada perdida, temblorosas las manos, la voz taciturna. Sin encontrar una posición confortable para charlar, atinó solamente a que las lágrimas no lo invadieran.

Se sentía desolado, agotado, con la sensación de haberlo perdido todo.

León es profesor de adolescentes en escuelas de barrios marginados. En innumerables ocasiones no solo fue su maestro sino que fue guía y consejero espiritual, compinche y amigo.

Sus honorarios solo le alcanzaban para llegar a fin de mes. Y este fue el tema principal de separación con su esposa. Ella quería que buscara otros rumbos, un trabajo mejor, sin tanto esfuerzo ni estrés y obviamente con mayor remuneración. La escala de valores entre ellos empezó a ser diferentes con los años. Para ella brindar cada fin de año en pos de buenos augurios significaba  no solamente gozar de buena salud sino que además implicaba la organización de las nuevas vacaciones a destinos diferentes, o a cambiar el auto y porqué no poder tener una casa más grande.

En cambio para él, que era un hombre taciturno, poco lo motivaba las salidas en el bullicio. Huía de las reuniones y pocas veces lo convencían para salir en familia.

Sumergido en el marginal mundo de su profesión, volvía a casa mimetizado con los problemas de sus alumnos. León cada año se encerraba más, fue perdiendo las ganas, sus amigos, sus afectos. Empezó a descuidar su aspecto personal, ya no tenía metas, motivaciones y ni siquiera se cuestionaba si era feliz. Todo daba igual. Se sentía inseguro en un mundo tan material, tan presionado por seguir normas y mandatos. La contracara de su mundo con el de su gente hizo que perdiera la brújula. No tenía respuestas ni veía señales. León había perdido las fuerzas para cuidar a su manada. Había que volver a despertar a ese león interno.

No fue nada fácil, parecía que nunca iba a encontrar la salida, pero León aún así tuvo constancia, algo siempre lo hacía volver.

Trabajamos con esencias florales, visualizaciones y meditaciones y de a poco fue saliendo de ese estado lacónico.

Con el tiempo volvió a tener esperanzas, a querer encontrarse con una profesión nueva, con proyectos nuevos. Pero fue un largo camino…lo esencial era que volviera a encontrar su eje, su esencia y su razón de vivir.

Pasado el tiempo, una tarde me llamó y me contó que había terminado con sus estudios pendientes de kinesiología, se formó en técnicas de masaje oriental, puso consultorio. Y su próximo proyecto era fundar una escuela y amalgamar su vocación pedagógica con esta carrera en curso.

Finalizada la charla, tomé su historia y al azar leí..”León, vamos a compartir este cuento.. “

Había una vez un gusano de 3° clase que había sido enseñado por los demás gusanos cómo era ser un gusano de 3° clase, qué derechos tenía, que obligaciones tenía y además le habían enseñado a este gusano de 3°clase a cómo acceder a el codiciado status de gusano de 2°clase. Le habían enseñado cómo debía ser, cómo seguir fielmente las normas de mantenimiento del sistema, cómo debía obedecer a gusanos de clases dominantes, cómo debía “chuparle las medias”  y todos los trucos para tener muy contentos a los gusanos de las clases dominantes y poder así ganar honradamente el título de gusano de 2°clase.

Él lo intentaba una y otra vez. Cumplió fielmente las normas del mantenimiento del sistema como había sido educado. Pero aquello no le salía, no era lo suyo, no sabía gusanear. Los demás gusanos que no eran tontos y eran bastante perspicaces, se dieron cuenta de que aquello no le salía y lo rodearon y lo increparon y le llamaron anarquista, lo llamaron loco, pecador y lo repudiaron.

Dice el cuento que aquello acrecentó su angustia, acrecentó el miedo sobre su futuro como gusano sin futuro, así que preso de una honda desesperación se hizo un nudo en la punta de la cola y se ahorcó. Y la verdad es que fue una lástima, pues si hubiera investigado con atención, se hubiera dado cuenta que su verdadera naturaleza no era gusano de 3° clase sino una boa constrictora, la más poderosa de las serpientes poderosas…

Hoy hemos contado un cuento…hay que empezar a hacerse muchas preguntas para descubrir con mucha paciencia y encontrar esa “boa constrictora”…porque hay mucho por conquistar y no solamente mucho por conquistar sino que también merece la pena conquistarlo…

jueves, 1 de noviembre de 2012

Flores que sanan el alma...



Un humilde homenaje al gran maestro Dr E. Bach. En mi historia personal hubo un antes y un después luego de conocer su labor: fue la primera puerta que abrió un camino hacia mi interior...

sábado, 27 de octubre de 2012

El perdón cura el corazón


Antes de que leas este artículo te invito a realizar un par de respiraciones profundas, que te aflojes, que sonrías y agradezcamos a Dios por todo las “cosas lindas” que tenemos a diario.

Hace poco leí un cartelito que decía “las cosas más importantes en la vida no son cosas”…

Dicen que las personas agradecidas, les cuesta mucho menos perdonar, porque tienen tanto para agradecer, se sienten tan plenos, que no tienen tiempo para amargarse, no quieren envenenarse sintiendo rencores ni resentimientos. Perdonar nos libera de un peso, de una energía tan grande que nos hace sentir mejor. Lo bueno de perdonar, es que uno se libera de un gran peso…qué suerte!...ya pasó!!... y le damos cabida al amor. El amor cura la angustia, el dolor, borra la ansiedad y el remordimiento.

Cuando hablamos de perdón es perdonarse a uno mismo, porque dentro de nuestra historia y de nuestras posibilidades hicimos lo mejor que pudimos con ese vinculo  aunque nos hayamos equivocado y también significa perdonar al otro por la misma razón.

Y este perdón que nos reconcilia con  nosotros mismos, no implica siempre reconciliarse con el otro. Podemos internamente sentir que perdonamos al otro pero no necesariamente es obligatorio comunicárselo para sentir paz perdonándolo.

Por esto mismo no es necesario, si no es nuestro deseo, retomar el encuentro después de perdonar.

Perdonar, jamás significa justificar el comportamiento inaceptable del otro. Perdonar no significa volver y dejar que me sigas agrediendo. Puedo elegir irme de al lado de esta persona si sigue con esa conducta. Lo bendigo, le deseo lo mejor y “hacete cargo vos de tus propias conductas”.  Perdonar no tiene nada que ver con lo místico y lo religioso, lo doloroso y lo humillante de permitir tu conducta ofensiva una y mil veces.

Perdonar no significa cambiar de comportamiento con el otro, llamarlo, volver a confiar en él, hacerle confidencias, vincularse nuevamente con él. Esto corresponde a la reconciliación. Pero esta reconciliación no se da cuando yo quiero, sucede cuando la energía de las dos personas se encuentra, analizan la situación, se dan cuenta de los errores y por amor intentan no volver a cometerlos. Pero sí puede suceder que haya perdón sin reconciliación.


Cuando perdonamos, que nos sentimos en paz, podemos ir libremente en la vida en pos de nuestras metas, progresos personales y espirituales. Porque perdonar, nos libera de permanecer estancados emocionalmente.

Perdonar me permite reparar lo que está roto en mi corazón, libero mi corazón atrapado del dolor, lastimado por la vergüenza o por la culpa y lo devuelve a su estado inmaculado. Perdonar nos permite amar en estado puro nuevamente.

El perdón genera liberación, bienestar espiritual, paz emocional.

Perdonar es un acto de valentía, porque enfrentamos ese dolor y decimos “ya basta”... Y luego el alivio es tan enorme, es tan maravilloso que el sol vuelve a verse de nuevo en nuestro horizonte.

Tomemos la decisión de perdonar, de renunciar a la venganza, sin juzgar a nadie. Liberemos nuestro corazón del dolor, aprendamos a poner límites para seguir adelante con nuestros proyectos, nuestro crecimiento personal, nuestro enriquecimiento espiritual en pos de una vida totalmente plena de dicha.

Volver a la familia


Pablo es un preadolescente inquieto, charlatán, que le cuesta vincularse con sus amigos. Siempre les lleva la contra, aunque sabe que en ocasiones no tiene razón. Esta conducta lo llevó a varias peleas de manos en los recreos. Suelen llamarle la atención en clase porque no para de charlar. Sus notas son aceptables que logra con gran esfuerzo.

Pablo constantemente guiña un ojo. Este tics lo tiene hace aproximadamente un año y se le acentúa en momentos de mayor estrés.

Le cuesta concentrarse, es ansioso y tiene dificultad para retener lo que estudia. Se enoja mucho cuando tiene que estudiar o preparar algún trabajo para la escuela. Además del colegio, tiene profesores particulares como apoyo escolar, clases extra de inglés e italiano.

Comenta que muy pocas veces tiene tiempo para hacer lo que le gusta como ir a jugar fútbol, escuchar música, dibujar, pintar y ver películas de ciencia ficción.

Sus padres se separaron hace un poco más de un año y vive junto a su mamá y hermana mayor.

Su mamá es una mujer segura de sí misma, su mayor orgullo es ser autosuficiente porque no necesita a nadie para concretar sus metas. No le gusta pasar el ridículo. Es muy exigente con ella misma y con sus hijos. Quiere enseñarles que sean productivos y que no pierdan el tiempo en tonterías. Incluso un día me comentó que aunque pudiera, no dormiría la siesta porque es una pérdida de tiempo.

Se reconoce poco demostrativa porque hay que ser “muy fuerte” y le gustan sus espacios de soledad.

Cuando se encuentra en grupos de amigos o en un evento le gusta “discernir de asuntos importantes” y no de temas triviales.

A lo largo de la terapia con Pablo pudimos hablar  de su papá que formó una nueva familia y pocas veces lo iba a buscar para compartir un fin de semana. Trabajamos sobre el miedo a perder, ahora a su mamá porque ya había “perdido” a su papá. También dedicamos tiempo a que encuentre espacios en que pueda desplegar su creatividad con el dibujo y la pintura. A que descubra un nuevo grupo de pertenecía jugando con sus amigos a la pelota y varios temas más.

Sin hacer un análisis de la historia de cada uno de ellos, quise con este relato destacar la necesidad de Pablo de encontrar más espacio para compartir con su familia, en vez de ocuparlo tanto en preparaciones académicas que si bien son muy importantes, lo que alimenta el desarrollo de la personalidad, su autoestima, confianza y su corazón son los encuentros con su familia.

Le brillaban los ojitos cuando contaba que por fin había ido al cine con la mamá y a esos lugares de comida que los chicos aman.

Trabajar con ambos, Pablo y su mamá de forma independiente, hicieron que juntos descubrieran momentos para el placer, para el encuentro, para la diversión sin el peso de cumplir mandatos sociales del deber ser.

Para cerrar esta historia quiero dejarles un relato que vales más que mil conclusiones…

Boletín de calificaciones.

Era miércoles 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo. –“No olviden venir a la reunión mañana, es obligatoria” – fue lo que la maestra me había dicho un día antes.- ¡Qué piensa esta maestra!”. ¿Cree que podemos disponer fácilmente el tiempo a la hora que ella diga?. Si supiera lo importante que era la reunión que tenía a las 8.30hs. De ella dependía un buen negocio y …¡tuve que cancelarla!

Allí estábamos todos, papás y mamás. La maestra empezó puntual, agradeció nuestra presencia y empezó a hablar. No recuerdo qué dijo, mi mente divagaba pensando cómo resolver ese negocio tan importante, ya me imaginaba comprando esa televisión con el dinero que recibiría.

“Juan Rodriguez!” – escuché a lo lejos- “¿No está el papá de Juan Rodriguez?”- Dijo la maestra. – “Sí, aquí estoy” – contesté  pasando al frente a recibir el boletín de mi hijo. Regresé a mi lugar y me dispuse a verla. –“¿Para qué vine? ¿Qué es esto?”. La boleta está lleno de 6 y 7. Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna persona viera las porquerías de calificaciones que había obtenido mi hijo.

De regreso a casa aumentó mi coraje a la vez que pensaba: “¡Pero, si lo tiene todo! ¡Nada le falta! ¡Ahora sí le va a ir muy mal!

Llegué, entré a casa, abrí la puerta y grité: - “¡Ven acá Juan! Juan estaba en el patio y corrió a abrazarme. –“¡Papá!” – “¡Qué papá ni que nada!” Lo retiré de mí y no sé cuantos golpes le di al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él… ”¡Y te vas a tu cuarto!”- Terminé.

Juan se fue llorando, su cara roja y su boca temblaba. Mi esposa no dijo nada, solo movió la cabeza negativamente y se metió en la cocina. Cuando me fui a acostar, ya más tranquilo, mi esposa se acercó y entregándome el boletín de calificaciones de Juan, que estaba dentro de mi saco, me dijo:

-“Léele despacio y después toma una decisión”. Al leerla, vi que decía: Boletín de calificaciones. Calificando a papá.

- Por el tiempo que tu papá te dedica a conversar contigo antes de dormir: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica a jugar contigo: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para ayudarte en las tareas: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica saliendo de paseo con la familia: 7

-Por el tiempo que tu papá te dedica en contarte un cuento antes de dormir: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica en abrazarte y besarte: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para ver la televisión contigo: 7

-Por el tiempo que tu papá te dedica para escuchar tus dudas y problemas: 6

-Por el tiempo que tu papá te dedica para enseñarte cosas: 7

Calificación promedio: 6.22

Los hijos habían calificados a los papás. El mío me había puesto 6 y 7 (sinceramente creo que merecía 5 o menos).

Me levanté y corrí al cuarto de mi hijo, lo abracé y lloré. Me hubiera gustado poder regresar el tiempo… pero eso era imposible. Juanito abrió los ojos, aún estaban hinchados por las lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: -“¡Te quiero papito!”. Cerró los ojos y se durmió.

¡Despertemos papás! Aprendamos a darle valor adecuado aquello que es importante en la relación con nuestros hijos, ya que gran parte, de ella depende el triunfo o fracaso en sus vidas. ¿Te has puesto a pensar que calificaciones te darían hoy tus hijos?. Esmérate por sacarte buenas calificaciones…

El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.




jueves, 25 de octubre de 2012

El arte de curar


El arte de curar ha sido tema de estudio en todas las sociedades, con diferentes filosofías y durante  toda la historia humana.

La medicina homeopática, la medicina Ayurvédica, la medicina china y variantes de la filosofía oriental contemplan al hombre como un todo en cuerpo, mente, emociones y alma, debiendo estar  todas ellas en equilibrio para que la enfermedad no aparezca. Si esta armonía desaparece en una de sus áreas, terminará por manifestarse síntomas físicos. Somos energía y cada área tiene una frecuencia vibratoria diferente.

Los orientales sostienen que “el espíritu no es más que materia en su mayor grado de vibración y la materia no es más que espíritu en su menor grado de vibración”.

El cuerpo físico ha sido ampliamente estudiado en la medicina tradicional y la bioquímica encontrando soluciones galénicas para cada caso. ¿Pero qué sucede cuando nos duele el alma, cuando sentimos que el corazón se resquebraja? ¿Qué pasa cuando nuestras emociones se desmoronan, qué le pasan a nuestros deseos, ambiciones, sentimientos y afectos?

Seguramente cuando padecemos algún malestar emocional empezamos a sufrir de insomnio, dolor de cabeza, trastornos gástricos, trastornos en la piel, falta de memoria, falta de concentración, irritabilidad solo por nombrar algunos síntomas.

También, todo lo contario. O acaso no le sucedió que estando cerca de la persona que ama, su corazón comenzó a palpitar más fuerte, sus manos estaban sudorosas, la sonrisa espléndida tatuada en su cara, y su frecuencia respiratoria más agitada…?

Entonces podemos afirmar que el cuerpo físico manifiesta lo que sucede en las áreas mental y emocional a través del sistema nervioso.

Desde el enfoque holístico, es decir, tomando al hombre como un todo, la enfermedad nos enseña algo, somos responsables de la cura y esa enfermedad es una señal de alarma.

Para E. Bach, el creador del sistema floral que lleva su nombre, la personalidad era más importante que el cuerpo para recuperarse de la enfermedad. Daba ejemplos sosteniendo que pacientes con la misma enfermedad reaccionaban de forma diferente de acuerdo a su personalidad. Están los más optimistas que ayudan a recuperarse más rápido, hay otros que necesitan estar  solos para descansar, otros  todo lo contario se vuelven  muy demandantes, otros los aprisiona el miedo a que empeore su cuadro, etc., etc.

El siguiente párrafo lo escribió el Dr Drauzio Varela y lo tituló “El arte de no enfermarse” y resume todo lo aquí expuesto.

Si no quiere enfermar…hable de sus sentimientos.

Emociones y sentimientos que son escondidos, reprimidos, terminan en enfermedades como gastritis, dolores lumbares, dolor de columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera en cáncer. Entonces, vamos a sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, nuestros errores..! . El diálogo, el hablar, la palabra, es un poderoso remedio y una excelente terapia.

Si no quiere enfermar…tome decisiones.

La persona indecisa permanece en duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana es hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de piel.

Si no quiere enfermar…busque soluciones.

Personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Mejor es encender un fósforo que lamentar la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe. Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

Si no quiere enfermar…no viva de apariencias.

Quien esconde la realidad finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc., está acumulando toneladas de peso…una estatua de bronce con pies de barro. Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.

Si no quiere enfermar…acéptese.

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de nuestra vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

Si no quiere enfermar…confíe.

Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relacionamiento. La desconfianza es falta de fe en sí mismo, en los otros y en Dios.

Si no quiere enfermar…no viva siempre triste.

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperar la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. La alegría es salud y terapia”.


Para una vida más feliz… porque usted lo merece!!

Cortando lazos

Este sencillo cuento guarda gran sabiduría..para reflexionar..mirar cuáles son nuestras amarras y poder dar fuerzas a nuestras alas..y vamos..vamos a comenzar dar un vuelo..


El Elefante

Había un niño que le encantaba los circos y lo que más le gustaba eran los animales. Lo que más le llamaba la atención era el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal…pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?... ¿Por qué no huye?

El niño de cinco años que  confiaba en la sabiduría de sus maestros les preguntó por el misterio del elefante. Alguno de ellos le explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.

El niño, entonces, hizo la pregunta:

-          Si está amaestrado, ¿Por qué lo encadenan?

El niño no recuerda haber recibido alguna respuesta coherente. Con el tiempo se olvido del misterio del elefante y la estaca. Hasta que de grande, cuando ya habían pasado varios años, alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la respuesta:

-          El elefante de circo no escapa, porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño.


 Cerró los ojos e imaginó el pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Y se dijo: - Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era, ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió aprobar, y también al otro día y al que seguía…hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.


Este elefante enorme y poderoso, no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sentís poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás…jamás…intentó poner a fuerza otra vez…

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo, atados a ciertas estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que un montón de cosas “no podemos”, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo: no puedo…no puedo, nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

La única manera de saber si podemos, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo nuestro corazón.

viernes, 19 de octubre de 2012

Sobre el carácter

Este cuento vale mucho más que mil explicaciones. Cada vez que tengamos que dar una opinión, discutir sobre algo tengamos en cuenta este relato, es un verdadero tesoro...

Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavó 37 clavos detrás de la puerta. Las semanas que siguieron, a medida que él aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta y descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta.

Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter.

Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta.

Su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: - “Has trabajado duro hijo mío, pero mira todos los hoyos en la puerta, nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves. Tú puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero del modo como se lo digas devastará y la cicatriz perdurará para siempre. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Piensa antes de hablar para que nadie salga herido....”

Eligiendo nuestros valores

Este es un cuento que lei hace mucho. Me gustó y creo que deja una enseñanza, por eso quiero compartirlo con uds.

Cierto día un motivador experto estaba dando una conferencia a un grupo de profesionales. Para dejar en claro un punto utilizó un ejemplo que los profesionales jamás olvidaron. Parado frente al auditorio de gente muy exitosa, dijo:

-          Quisiera hacerles un pequeño examen.

Debajo de la mesa sacó un jarro de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa. Luego sacó una docena de rocas del tamaño de un puño y comenzó a colocar una por una en el jarro. Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar una roca más preguntó al auditorio:

-          ¿Está lleno este jarro?


Todos los asistentes dijeron:

-          Si.


Entonces dijo:

-          ¿Están seguros?

-          Sí! Respondió la audiencia.

Entonces de debajo de la mesa sacó un balde con piedras mas pequeñas y las comenzó a colocar una por una en el jarro hasta que quedaron bien acomodadas luego de una pequeña sacudida del jarro, en los huecos dejados por las piedras grandes. Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más:

-¿Está lleno este jarro?

Esta vez el auditorio supo lo que vendría y uno de los asistentes respondió en voz alta:

-          Probablemente no.

-          Muy bien!- Contestó el expositor y de debajo de la mesa sacó un balde con arena y comenzó a echarlo en el jarro hasta que la arena se acomodara entre las piedras y las rocas.

-          Una vez más el expositor preguntó:

-          - Está lleno este jarro?


Esta vez varias personas respondieron a coro:

-          No!

-           Muy bien!- contestó el expositor y una vez más sacó de debajo de la mesa una jarra con agua. Comenzó a echar el agua al jarro que contenía las rocas, piedras y arena hasta que estuviera lleno. Cuando terminó miró al auditorio y una vez más preguntó:

-          - ¿Está lleno este jarro?

A lo que todo el mundo respondió:

-          Sí!

-          - ¿Cuál creen que es la enseñanza de esta demostración?

Uno de los espectadores levantó la mano y dijo:

-          La enseñanza es qué importa que tan lleno esté tu horario, si lo intentas siempre podrás incluir más cosas.

-          - No! Ésa no es la enseñanza –replicó el expositor-. La demostración nos enseña lo siguiente:

Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento. ¿Cuáles son las piedras grandes en tu vida? ¿Un proyecto que deseas? ¿Tiempo con tu familia? ¿Tu fe, educación, o tus finanzas? ¿Alguna causa que desees apoyar? ¿Enseñar lo que sabes a otros? Recuerda poner estas piedras grandes primero o luego no encontrarás lugar para ellas. Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta pequeña anécdota, pregúntate a ti mismo: cuales son las piedras grandes en tu vida y corre a ponerlas en tu jarro”.

En busca de la felicidad




Juan era rezongón. Cuando nos vimos en uno de los tantos encuentros le propuse que me relatara cómo iba a ser su vida a partir de su jubilación que sucedería en pocos años. Cuáles eran sus proyectos, deseos, ambiciones.

Su tardía respuesta fue: - “Vivir la vida”.

Parecía que nada de esto iba a tener lugar porque siempre había problemas que resolver. Cuestiones de mecánica del auto, alguna cerradura que había quedado trabada en su casa, siestas que por cuestiones laborales no podía hacer, ir al banco permaneciendo largo tiempo en una cola hasta ser atendido…y bueno, cosas que le suceden seguramente a diario a casi todos los lectores de este relato.

El mundo de Juan era un problema sin verdaderos problemas…quizá éste era el problema.

Juan era casado, sin hijos, sin personas mayores a quien cuidar. Tenía una modesta casa, auto, negocio y un lugar de veraneo. Ambos, su esposa y él gozaban de buena salud. Solían encontrarse con amigos. Iban de vez en cuando al cine o al teatro. Así transcurrían los días de Juan…

Juan tenía un mundo con tierras fértiles que no sabía sembrar y cosechar. Una tierra libre de malezas que no entorpecieran su camino. Tenía todo. Y aún así no era feliz.

Lo que le faltaba a Juan eran motivaciones. La rutina y la estabilidad permanente lo habían transformado en inconformista y gran parte del día su mente estaba llena de cavilaciones. No se daba cuenta de todas las bendiciones que formaban parte de su vida: tranquilidad, familia, amigos, bienestar económico.

¿Cómo sería “vivir la vida” para Juan? ¿Y para cada uno de nosotros?

Creemos que cuando dejemos de tener determinadas responsabilidades, o que cuando  compremos una casa más grande, o cuando los chicos crezcan, o cuando cambiemos de trabajo, y la lista podría ser muy extensa, lograremos la felicidad sin darnos cuenta que esa felicidad no se alcanza “algún día” sino que se construye en cada momento.

Darnos cuenta de todo lo que tenemos, buscar un lugar para conectarnos con nosotros mismos, aprender cosas nuevas, desplegar nuestra creatividad en el plano que sea, ser conscientes de cada día que vivimos y no transformarnos en autómatas, hará de nuestra vida un lugar lleno de frutos alejado de elegantes quimeras.

lunes, 15 de octubre de 2012

Cerrando etapas, abriendo otras... Cerrando puertas para abrir otras...


Lydia es una mujer encantadora, sencilla, delicada, con buenos modales. Pasó gran parte de su vida dedicada a su marido, hijos, al cuidado de su madre de edad avanzada. Era un ejemplo de ama de casa. Todos los días al servicio, con gratitud, a las necesidades de cada uno de los integrantes de su familia.

Los hijos crecieron, se independizaron. Ella comenzó a tener más tiempo para ella, más horas libres para dedicarse a la lectura, a ver una linda película, a encontrarse con amigas…Y así apareció la curiosidad de empezar una actividad que no sean solo los quehaceres domésticos o un rato de televisión recreativa. No sabía realmente qué hacer, pero sí sabía con certeza que quería hacer algo diferente. Sentía la necesidad de conocer horizontes nuevos.

Así nos conocimos. No tenía grandes problemas esenciales. Era agradecida con la vida que le tocó vivir. Pero cuando comentó a los suyos que quería dedicarse a otra cosa, comenzaron las demandas…Imagínense!! Su grupo más íntimo que contaba con ella las 24hs ahora, el mundo del servicio full time se desmoronaba.

Junto a ello vino la culpa por desear “abandonarlos” un rato. La incertidumbre de “…yo, sin información alguna, qué voy a pretender a esta edad…”. La indecisión de no saber qué hacer. La bronca por no poder desplegar sus alas, al menos por un rato.

Solo se necesitó tiempo. Tiempo para pensar. Tiempo para sentir. Tiempo para reflexionar. Tiempo para darse cuenta que lo que le sucedía no era desacertado. Había formado una familia y le dedicó todo el tiempo necesario. Educó sus hijos, los acompañó hasta que se hicieran adultos y tomaran su propio camino.

Había cultivado durante todos estos años amor y servicio incondicional, paciencia y tolerancia.

Se sentía feliz cuando servía o ayudaba a otros. Eso la motivó a estudiar, formarse. Se dedicó a la digitopuntura, a los masajes y al Reiki. Descubrió una nueva Lydia. Una Lydia servicial hacia los suyos y hacia los demás.

Tuvo tiempo para su familia, encontró un tiempo para su vocación. Contenta por su crecimiento vino a su última consulta con una carta y un angelito de regalo. Ese angelito permanecerá en el estante de mis recuerdos y cada vez que lo veo sonrío porque Lydia tenía dos posibilidades: abandonar sus sueños y lamentarse ahora de un “nido vacío”. O cerrar etapas, cerrar puertas para abrir otras que conducen a caminos que expanden el alma.

Y en esos caminos siempre habrá un angelito que nos oriente con amor…



Nota: Le pedí  a mi amiga Karina si deseaba,  con sus manos mágicas y artísticas, graficar esta nota. Me sorprendió gratamente, porque por supuesto yo no podría haberlo hecho mejor.
Me pareció tan valioso su trabajo, que además del dibujo, adjunto la interpretación que ella hizo del mismo.
Que lo disfruten tanto como lo hice yo.
La Mujer Hada

Lo que primero vino a mi mente fue un mandala, y por eso el círculo que encierra casi toda la escena, vivificando los colores en su interior.
La mujer que aparece en el dibujo tiene el cabello gris para representar la sabiduría que ha adquirido con el paso de los años, pero su semblante es joven, como su espíritu. Viste de blanco y rojo y lleva una serpiente a modo de "cinturón", tal como El Mago del Tarot, quien representa la voluntad que transforma algo en otra cosa mejor.
La mujer posee grandes alas de mariposa, siempre para resaltar la transformación que se lleva a cabo en una persona cuando se libera de viejas ataduras. Está soltando una paloma, deja volar su creatividad, abandona los miedos, es libre!

El sol y la flor de color naranja simbolizan la energía vitalizante, la semilla que fue sembrada y crece. Lo demás es cielo!
La mujer está rodeada por los Elementos, a los que domina con su capacidad y conocimientos, como El Mago, pero a la vez con profundo amor: sus manos, a la altura del pecho, juntas parecen formar un corazón.