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Porque Del baúl Sabio..

Este
sitio es un compilado de notas, apuntes, blocks, cuadernos y libros que he
guardado en un baúl, lugar donde se encuentra concentrada toda mi formación
terapéutica en cuestiones de terapias
complementarias.

Mi intención, no es
realizar escritos con orientación pedagógica, sino despertar incógnitas y
realizar conclusiones de todas las experiencias vividas junto a aquellos que han
compartido un encuentro terapéutico.


Si alguien lo lee, se siente identificado, le genera
preguntas, curiosidad, inquietud y busca respuestas...



Misión cumplida...

jueves, 25 de octubre de 2012

Cortando lazos

Este sencillo cuento guarda gran sabiduría..para reflexionar..mirar cuáles son nuestras amarras y poder dar fuerzas a nuestras alas..y vamos..vamos a comenzar dar un vuelo..


El Elefante

Había un niño que le encantaba los circos y lo que más le gustaba eran los animales. Lo que más le llamaba la atención era el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal…pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?... ¿Por qué no huye?

El niño de cinco años que  confiaba en la sabiduría de sus maestros les preguntó por el misterio del elefante. Alguno de ellos le explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.

El niño, entonces, hizo la pregunta:

-          Si está amaestrado, ¿Por qué lo encadenan?

El niño no recuerda haber recibido alguna respuesta coherente. Con el tiempo se olvido del misterio del elefante y la estaca. Hasta que de grande, cuando ya habían pasado varios años, alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la respuesta:

-          El elefante de circo no escapa, porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño.


 Cerró los ojos e imaginó el pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Y se dijo: - Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era, ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió aprobar, y también al otro día y al que seguía…hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.


Este elefante enorme y poderoso, no escapa porque cree que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sentís poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás…jamás…intentó poner a fuerza otra vez…

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo, atados a ciertas estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que un montón de cosas “no podemos”, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo: no puedo…no puedo, nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

La única manera de saber si podemos, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo nuestro corazón.

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