Pablo es un
preadolescente inquieto, charlatán, que le cuesta vincularse con sus amigos.
Siempre les lleva la contra, aunque sabe que en ocasiones no tiene razón. Esta
conducta lo llevó a varias peleas de manos en los recreos. Suelen llamarle la
atención en clase porque no para de charlar. Sus notas son aceptables que logra
con gran esfuerzo.
Pablo
constantemente guiña un ojo. Este tics lo tiene hace aproximadamente un año y
se le acentúa en momentos de mayor estrés.
Le cuesta
concentrarse, es ansioso y tiene dificultad para retener lo que estudia. Se
enoja mucho cuando tiene que estudiar o preparar algún trabajo para la escuela.
Además del colegio, tiene profesores particulares como apoyo escolar, clases
extra de inglés e italiano.
Comenta que
muy pocas veces tiene tiempo para hacer lo que le gusta como ir a jugar fútbol,
escuchar música, dibujar, pintar y ver películas de ciencia ficción.
Sus padres
se separaron hace un poco más de un año y vive junto a su mamá y hermana mayor.
Su mamá es
una mujer segura de sí misma, su mayor orgullo es ser autosuficiente porque no
necesita a nadie para concretar sus metas. No le gusta pasar el ridículo. Es
muy exigente con ella misma y con sus hijos. Quiere enseñarles que sean productivos
y que no pierdan el tiempo en tonterías. Incluso un día me comentó que aunque
pudiera, no dormiría la siesta porque es una pérdida de tiempo.
Se reconoce
poco demostrativa porque hay que ser “muy fuerte” y le gustan sus espacios de
soledad.
Cuando se encuentra
en grupos de amigos o en un evento le gusta “discernir de asuntos importantes”
y no de temas triviales.
A lo largo
de la terapia con Pablo pudimos hablar
de su papá que formó una nueva familia y pocas veces lo iba a buscar
para compartir un fin de semana. Trabajamos sobre el miedo a perder, ahora a su
mamá porque ya había “perdido” a su papá. También dedicamos tiempo a que
encuentre espacios en que pueda desplegar su creatividad con el dibujo y la
pintura. A que descubra un nuevo grupo de pertenecía jugando con sus amigos a
la pelota y varios temas más.
Sin hacer
un análisis de la historia de cada uno de ellos, quise con este relato destacar
la necesidad de Pablo de encontrar más espacio para compartir con su familia,
en vez de ocuparlo tanto en preparaciones académicas que si bien son muy
importantes, lo que alimenta el desarrollo de la personalidad, su autoestima,
confianza y su corazón son los encuentros con su familia.
Le
brillaban los ojitos cuando contaba que por fin había ido al cine con la mamá y
a esos lugares de comida que los chicos aman.
Trabajar
con ambos, Pablo y su mamá de forma independiente, hicieron que juntos
descubrieran momentos para el placer, para el encuentro, para la diversión sin
el peso de cumplir mandatos sociales del deber ser.
Para cerrar
esta historia quiero dejarles un relato que vales más que mil conclusiones…
Boletín de
calificaciones.
Era
miércoles 8:00 a.m., llegué puntual a la escuela de mi hijo. –“No olviden venir
a la reunión mañana, es obligatoria” – fue lo que la maestra me había dicho un
día antes.- ¡Qué piensa esta maestra!”. ¿Cree que podemos disponer fácilmente
el tiempo a la hora que ella diga?. Si supiera lo importante que era la reunión
que tenía a las 8.30hs. De ella dependía un buen negocio y …¡tuve que
cancelarla!
Allí
estábamos todos, papás y mamás. La maestra empezó puntual, agradeció nuestra
presencia y empezó a hablar. No recuerdo qué dijo, mi mente divagaba pensando
cómo resolver ese negocio tan importante, ya me imaginaba comprando esa
televisión con el dinero que recibiría.
“Juan
Rodriguez!” – escuché a lo lejos- “¿No está el papá de Juan Rodriguez?”- Dijo
la maestra. – “Sí, aquí estoy” – contesté
pasando al frente a recibir el boletín de mi hijo. Regresé a mi lugar y
me dispuse a verla. –“¿Para qué vine? ¿Qué es esto?”. La boleta está lleno de 6
y 7. Guardé las calificaciones inmediatamente, escondiéndola para que ninguna
persona viera las porquerías de calificaciones que había obtenido mi hijo.
De regreso
a casa aumentó mi coraje a la vez que pensaba: “¡Pero, si lo tiene todo! ¡Nada
le falta! ¡Ahora sí le va a ir muy mal!
Llegué,
entré a casa, abrí la puerta y grité: - “¡Ven acá Juan! Juan estaba en el patio
y corrió a abrazarme. –“¡Papá!” – “¡Qué papá ni que nada!” Lo retiré de mí y no
sé cuantos golpes le di al mismo tiempo que decía lo que pensaba de él… ”¡Y te
vas a tu cuarto!”- Terminé.
Juan se fue
llorando, su cara roja y su boca temblaba. Mi esposa no dijo nada, solo movió
la cabeza negativamente y se metió en la cocina. Cuando me fui a acostar, ya
más tranquilo, mi esposa se acercó y entregándome el boletín de calificaciones
de Juan, que estaba dentro de mi saco, me dijo:
-“Léele
despacio y después toma una decisión”. Al leerla, vi que decía: Boletín de
calificaciones. Calificando a papá.
- Por el
tiempo que tu papá te dedica a conversar contigo antes de dormir: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica a jugar contigo: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica para ayudarte en las tareas: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica saliendo de paseo con la familia: 7
-Por el
tiempo que tu papá te dedica en contarte un cuento antes de dormir: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica en abrazarte y besarte: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica para ver la televisión contigo: 7
-Por el
tiempo que tu papá te dedica para escuchar tus dudas y problemas: 6
-Por el
tiempo que tu papá te dedica para enseñarte cosas: 7
Calificación
promedio: 6.22
Los hijos
habían calificados a los papás. El mío me había puesto 6 y 7 (sinceramente creo
que merecía 5 o menos).
Me levanté
y corrí al cuarto de mi hijo, lo abracé y lloré. Me hubiera gustado poder
regresar el tiempo… pero eso era imposible. Juanito abrió los ojos, aún estaban
hinchados por las lágrimas, me sonrió, me abrazó y me dijo: -“¡Te quiero
papito!”. Cerró los ojos y se durmió.
¡Despertemos
papás! Aprendamos a darle valor adecuado aquello que es importante en la
relación con nuestros hijos, ya que gran parte, de ella depende el triunfo o
fracaso en sus vidas. ¿Te has puesto a pensar que calificaciones te darían hoy
tus hijos?. Esmérate por sacarte buenas calificaciones…
El mejor
legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario