Lydia es
una mujer encantadora, sencilla, delicada, con buenos modales. Pasó gran parte
de su vida dedicada a su marido, hijos, al cuidado de su madre de edad
avanzada. Era un ejemplo de ama de casa. Todos los días al servicio, con
gratitud, a las necesidades de cada uno de los integrantes de su familia.
Los hijos
crecieron, se independizaron. Ella comenzó a tener más tiempo para ella, más
horas libres para dedicarse a la lectura, a ver una linda película, a
encontrarse con amigas…Y así apareció la curiosidad de empezar una actividad
que no sean solo los quehaceres domésticos o un rato de televisión recreativa.
No sabía realmente qué hacer, pero sí sabía con certeza que quería hacer algo diferente.
Sentía la necesidad de conocer horizontes nuevos.
Así nos
conocimos. No tenía grandes problemas esenciales. Era agradecida con la vida
que le tocó vivir. Pero cuando comentó a los suyos que quería dedicarse a otra
cosa, comenzaron las demandas…Imagínense!! Su grupo más íntimo que contaba con
ella las 24hs ahora, el mundo del servicio full time se desmoronaba.
Junto a
ello vino la culpa por desear “abandonarlos” un rato. La incertidumbre de “…yo,
sin información alguna, qué voy a pretender a esta edad…”. La indecisión de no
saber qué hacer. La bronca por no poder desplegar sus alas, al menos por un
rato.
Solo se
necesitó tiempo. Tiempo para pensar. Tiempo para sentir. Tiempo para
reflexionar. Tiempo para darse cuenta que lo que le sucedía no era desacertado.
Había formado una familia y le dedicó todo el tiempo necesario. Educó sus
hijos, los acompañó hasta que se hicieran adultos y tomaran su propio camino.
Había
cultivado durante todos estos años amor y servicio incondicional, paciencia y
tolerancia.
Se sentía
feliz cuando servía o ayudaba a otros. Eso la motivó a estudiar, formarse. Se
dedicó a la digitopuntura, a los masajes y al Reiki. Descubrió una nueva Lydia.
Una Lydia servicial hacia los suyos y hacia los demás.
Tuvo tiempo
para su familia, encontró un tiempo para su vocación. Contenta por su
crecimiento vino a su última consulta con una carta y un angelito de regalo.
Ese angelito permanecerá en el estante de mis recuerdos y cada vez que lo veo
sonrío porque Lydia tenía dos posibilidades: abandonar sus sueños y lamentarse
ahora de un “nido vacío”. O cerrar etapas, cerrar puertas para abrir otras que
conducen a caminos que expanden el alma.
Y en esos
caminos siempre habrá un angelito que nos oriente con amor…
Nota: Le pedí a mi amiga Karina si deseaba, con sus manos mágicas y artísticas, graficar esta nota. Me sorprendió gratamente, porque por supuesto yo no podría haberlo hecho mejor.
Me pareció tan valioso su trabajo, que además del dibujo, adjunto la interpretación que ella hizo del mismo.
Que lo disfruten tanto como lo hice yo.
Me pareció tan valioso su trabajo, que además del dibujo, adjunto la interpretación que ella hizo del mismo.
Que lo disfruten tanto como lo hice yo.
La Mujer Hada
Lo que primero vino a mi mente fue un mandala, y por eso el círculo que encierra casi toda la escena, vivificando los colores en su interior.
La mujer que aparece en el dibujo tiene el cabello gris para representar la sabiduría que ha adquirido con el paso de los años, pero su semblante es joven, como su espíritu. Viste de blanco y rojo y lleva una serpiente a modo de "cinturón", tal como El Mago del Tarot, quien representa la voluntad que transforma algo en otra cosa mejor.
La mujer posee grandes alas de mariposa, siempre para resaltar la transformación que se lleva a cabo en una persona cuando se libera de viejas ataduras. Está soltando una paloma, deja volar su creatividad, abandona los miedos, es libre!
El sol y la flor de color naranja simbolizan la energía vitalizante, la semilla que fue sembrada y crece. Lo demás es cielo!
La mujer está rodeada por los Elementos, a los que domina con su capacidad y conocimientos, como El Mago, pero a la vez con profundo amor: sus manos, a la altura del pecho, juntas parecen formar un corazón.
La mujer que aparece en el dibujo tiene el cabello gris para representar la sabiduría que ha adquirido con el paso de los años, pero su semblante es joven, como su espíritu. Viste de blanco y rojo y lleva una serpiente a modo de "cinturón", tal como El Mago del Tarot, quien representa la voluntad que transforma algo en otra cosa mejor.
La mujer posee grandes alas de mariposa, siempre para resaltar la transformación que se lleva a cabo en una persona cuando se libera de viejas ataduras. Está soltando una paloma, deja volar su creatividad, abandona los miedos, es libre!
El sol y la flor de color naranja simbolizan la energía vitalizante, la semilla que fue sembrada y crece. Lo demás es cielo!
La mujer está rodeada por los Elementos, a los que domina con su capacidad y conocimientos, como El Mago, pero a la vez con profundo amor: sus manos, a la altura del pecho, juntas parecen formar un corazón.
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