¡Y gracias a Dios! porque es la oportunidad de darnos cuenta que nos "pasan cosas": nos enojamos, nos angustiamos, estamos disconformes, intolerantes, con miedo, sentimos incertidumbre, o lo que fuese.
Que esa reacción ante lo que nos sucede sea el camino para aprender, crecer y evolucionar. Si nos quedamos estancados en el problema y anclados en nuestra emoción por largo período solo lograremos ahogarnos.
Es más productivos que reconozcamos lo que nos sucede, nos hagamos cargo de nuestras emociones y a partir de ellas tomemos decisión de los próximos pasos a seguir. Entonces estaremos en paz con nosotros mismos, aún en el ojo de la tormenta, y así en medio de un mar de olas con el timón en nuestras manos seguiremos trazando el camino.
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