TEMPLO TAOISTA WONG TAI SIN Foto de David Aiza |
Según una antigua leyenda china, un discípulo preguntó a un gran maestro y vidente:
- Maestro, ¿cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?
Y el maestro respondió:
- Es muy pequeña, y sin embargo de grandes consecuencias...
Vi un gran monte de arroz cocido y preparado como alimento. A su alrededor había muchos hombres hambrientos casi a punto de morir. No podían aproximarse al monte de arroz, pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros de largo. Es verdad que llegaban a coger el arroz, pero no conseguían llevarlo a la boca porque los palillos que tenían en sus manos eran muy largos. De este modo, hambrientos y moribundos, juntos pero solitarios, permanecían padeciendo un hambre eterno delante de una abundancia inagotable. Y eso era el infierno.
Vi otro gran monte de arroz cocido y preparado como alimento. Alrededor de él había muchos hombres, hambrientos, pero llenos de vitalidad. No podían aproximarse al monte de arroz, pero tenían en sus manos largos palillos de dos y tres metros de largo. Llegaban a coger el arroz, pero no conseguían llevarlo a la propia boca porque los palillos que tenían en sus manos eran muy largos. Sin embargo, con sus largos palillos, en vez de llevarlos a la propia boca, se servían unos a otros el arroz. Y así acallaban su hambre insaciable en una gran comunión fraterna, junta y solidaria, gozando a manos llenas de las personas y de las cosas, en casa, con el Tao. Y eso era el cielo.
“El egoísmo, la codicia, la envidia, la lujuria, la gula forman el infierno; el amor, la confraternidad, la gratitud, la veracidad, la solidaridad forman el cielo. De Uno depende donde dirijamos nuestra mente”