Llega
Diciembre y parece que desde algún lugar recóndito del Universo algún duende
hace acelerar la máquina del tiempo, pasan los días vertiginosamente y ni que
hablar de que vivimos mucho mas acelerados, abrumados, preocupados que en el
resto del año.
Cada día es una aventura para realizar cierres de ciclos escolares, laborales, cenas y encuentros de fin de año, encuentro con amigos y reuniones familiares.
Cada día es una aventura para realizar cierres de ciclos escolares, laborales, cenas y encuentros de fin de año, encuentro con amigos y reuniones familiares.
Las
emociones, las vivencias de año, las ausencias, las pérdidas, los escollos se
hacen presentes a flor de piel. Intentamos hacer un balance si fue un buen o
mal año de acuerdo a si tuvimos muchas o pocas piedras en el camino. No cabe la menor duda que el estrés se hace
aún más presente.
Llega
Diciembre y veo a diario que aumenta la concurrencia de pacientes en la guardia
por disturbios y desórdenes emocionales, angustias, depresión, se acentúan las
enfermedades cardíacas, los abuelos suelen deshidratarse fácilmente y esperan
largos días en busca de un abrazo o un gesto de cariño de sus seres queridos
que están distraídos en ocupaciones y
otras urgencias.
Vivimos en tiempos revueltos, donde hay mucha
gente yendo a ninguna parte a una velocidad descomunal.
Sin darnos
cuenta nos distrajimos en el afuera, en ver vidrieras de colores y en buscar la
felicidad en cosas que tienen “precio” olvidando aquellas de verdadero “valor”.
Pareciera
que por lo antes dicho estamos en el portal de abismo. Sin embargo..
Creo
firmemente que este caos nos invita a reflexionar, a ver nuestros errores y
tomar la decisión de corregirlos.
Es tiempo
de parar, de revisar nuestra lista de prioridades, en ver dónde ponemos énfasis
en el manejo de nuestros asuntos, qué lugar ocupan nuestros afectos, cuánto
tiempo le dedicamos a nuestros seres queridos, cuánto tiempo hemos dedicado a
charlas con nuestros hijos, padres y personas que enriquecen y nos llenan el
alma.
Personalmente
creo, que el mejor balance que puedo hacer para evaluar si fue un año bueno, es
mirar mi interior, revisar si traté de ser mejor persona, si pude manejar mis
impulsos, mis enojos, mi paciencia, si fui tolerante frente a las necesidades
de mi familia, si perdoné, si abrí más mi corazón, si pude expresar mi amor
hacia ellos, si dije mas “te quiero” y di más “abrazos de oso”.
Pido al
Universo y todos los seres angelados que protegen este mundo que el próximo año
nos regalen las herramientas para poder tener la mente más aquietada y el
corazón más abierto para poder ver lo que debemos cambiar y tener la fuerza y
la voluntad para cambiarlo..
Que nuestro arbolito de Navidad esté lleno de corazones con amor... |
Porque
nuestra misión en la vida es ser felices…